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El cólico del lactante se caracteriza por el llanto excesivo que presenta un bebé tras las tomas de biberón que, por lo demás, está perfectamente
sano.
Suele aparecer alrededor de la segunda semana
de vida y se mantiene hasta el tercer o cuarto mes de vida de nuestro recien nacido. Diariamente, principalmante tras las tomas de biberón, pero también a cualquier
otra hora, el niño empieza a llorar de forma inconsolable, gritando y
encogiendo las piernas como si le doliera el vientre, que puede presentarse algo hinchado y lleno de gasess. Esos signos hicieron creer que la causa de llanto eran
los espasmos de la musculatura intestinal, y de ahí que se le conozca
como "cólico", pero no hay ninguna certeza de que así sea. Los bebés no
son capaces de localizar el dolor, y cuando lloran tragan mucho aire, de
modo que, a pesar de las apariencias, el problema no tiene por qué
originarse en su tubo digestivo.
Algunos casos podrían explicarse por una alergia a la leche de vaca y también cabe que un reflujo que no llegue a causar regurgitación visible de leche sea la causa del llanto.
CÓMO TRATAR EL CÓLICO DEL LACTANTE
Partiendo de que no hay ningún medicamento ni remedio que lo
solucione de forma drástica, hay, sin embargo, una serie de
recomendaciones que pueden hacerlo más leve y fácil de sobrellevar,
siguiendo siempre, por supuesto, las indicaciones del pediatra, que, por
ejemplo, quizá crea conveniente empezar por descartar una alergia a la
leche de vaca.
- Si se alimenta del pecho, eliminar cualquier excitante o irritante de la dieta de la madre.
Aunque pequeñas cantidades de cafeína no suelen afectar al bebé, en estos casos conviene suprimir totalmente café, té y bebidas que la contengan, al menos a título de prueba.
- Si se alimenta del pecho, eliminar cualquier excitante o irritante de la dieta de la madre.
Aunque pequeñas cantidades de cafeína no suelen afectar al bebé, en estos casos conviene suprimir totalmente café, té y bebidas que la contengan, al menos a título de prueba.
- Combatir los gases.
Procurar que trague el menor aire posible con el
biberón (tetina siempre llena de leche y orificio de tamaño adecuado) y
que eructe bien después de las tomas, así como administrarle un
medicamento antiespumante si el pediatra lo recomienda, restará la
influencia que los gases puedan tener en su caso.
- Anticiparse al problema.
En muchos casos, el llanto se inicia casi
matemáticamente a una misma hora, de forma que si se le saca a pasear en
el cochecito un rato antes, es posible que pase el momento crítico
dormido.
Aunque ya se sepa por experiencia que no es el
hambre ni el calor, ni la suciedad, ni la falta de compañía lo que le
hace llorar, comprobarlo rutinariamente con una actitud sosegada,
hablándole con suavidad, tratando de transmitirle seguridad y confianza.
- Aplicar metódicamente las técnicas de tranquilización.
Chupete, movimiento, contacto físico, masaje,
música o sonidos pueden calmarle más o menos transitoriamente. Pasear
con el bebé en la mochila, acunarle o descansar con él acostado sobre el
vientre suele ser lo más eficaz.
- Tener siempre presente la convicción de que el niño está sano.
Pretender que calle como sea sólo sirve para
poner más nervioso a quien está sufriendo. Por el contrario, una actitud
comprensiva y paciente le puede ser de gran ayuda.
- Descansar y tener ayuda.
Es fundamental llegar a las horas difíciles con el máximo de energías y disponer de ayuda para poder turnarse.
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